En las estribaciones del Cerro Radal, la familia Adamow celebra el inicio de una nueva vendimia. En su chacra, donde los viñedos conviven con el paisaje cordillerano, Pedro Adamow compartió detalles sobre la cosecha 2025, el crecimiento de su proyecto vitivinícola y el valor de hacer vino en uno de los puntos más australes del país.
“Arrancamos hoy por la mañana, a las 9. Muy contentos. Es un año, la verdad, bueno en el sentido de calidad y volumen”, relató Pedro, en pleno trabajo entre hileras de viñas. La vendimia comenzó unos días antes de lo habitual, empujada por las condiciones climáticas. “La única limitación fue el tiempo. Tuvimos varios días consecutivos de heladas, y la semana que viene sigue lloviendo y helando, así que se produjo una ventana de buen clima y hay que aprovechar a cosechar”.
En la chacra, plantada en 2009 y con su primera cosecha en 2015, crecen dos variedades: Pinot Noir y Sauvignon Blanc. “En este cuadro tenemos Pinot Noir, del lado sur está el Sauvignon. Este año estimamos cosechar entre 4.000 y 5.000 kilos de Pinot, y unos 3.000 kilos de Sauvignon”, precisó Adamow. Toda esa producción se elabora en su propia bodega boutique: “Se cosecha, se procesa, se fracciona y se comercializa acá. El año pasado hicimos unas 5.000 botellas. Este año calculamos que vamos a llegar a entre 6.000 y 7.000”.
Un vino con identidad patagónica
Los vinos de esta zona, caracterizados por su procedencia de clima frío, han logrado ganarse un lugar en el paladar de enólogos y consumidores especializados. “Son vinos con una alta acidez, bajo alcohol y muy buena expresión de fruta fresca en nariz y boca. Justamente esa es la tendencia a la que se está yendo el mercado, y nosotros entramos por la latitud, más que por otra cosa, por el lugar donde estamos”, explicó Pedro.
La comercialización se enfoca en el sector gastronómico de alto nivel, principalmente en la Ciudad de Buenos Aires, además de vinotecas en puntos estratégicos del país. “Estamos presentes en Puerto Madryn, Rada Tilly, El Calafate, Ushuaia, Bariloche... Son lugares donde tenemos representación en vinotecas y algunos restaurantes”.
Uno de los pilares del proyecto es la participación de trabajadores locales. “La cosecha es totalmente a mano. Todo el proceso es manual, desde el manejo de la planta hasta el corte de pasto. Trabajamos con gente de la zona, que ya conoce el viñedo y la tomamos todos los años. Muchos de ellos, cuando eran chicos, cosechaban fruta fina, y les gusta venir a cosechar uva porque sienten que rinde más”, contó Adamow, orgulloso de generar empleo en su comunidad.
En estos más de 15 años, el viñedo enfrentó todo tipo de desafíos: “Pasamos la pandemia, el incendio grande de 2021, terremotos, cenizas... pero ya toda esa parte pasó, y por suerte estamos disfrutando de los frutos del esfuerzo”.
El riego del viñedo es por goteo, aunque se utiliza muy poco: “Riegos puntuales en diciembre y enero. Desde febrero el viñedo no recibe riego. La humedad de primavera nos alcanza”, explicó. Además, cuentan con un sistema de aspersores aéreos que funciona como protección ante heladas, una amenaza constante en estas latitudes.
Pedro y su familia llegaron desde Mar del Plata, tras haber vivido 16 años en Ushuaia. “De uvas no sabíamos nada. Todo lo aprendimos acá, a base de golpearnos y de darnos la cabeza contra la pared. Por suerte hoy estamos recogiendo los frutos de ese esfuerzo”, recordó con una sonrisa.
Desde hace tres años, abrieron la bodega al público. “Recibimos visitas todo el año. Hacemos degustaciones con recorrida por el viñedo, y ofrecemos una tabla de encurtidos. Para la próxima primavera vamos a inaugurar un espacio semicubierto con horno de barro, con capacidad para 20 o 30 cubiertos. Vamos a poder ofrecer almuerzos con copa de vino, una experiencia completa”, adelantó.
El proyecto crece gracias al boca en boca. “Recibimos público de todos lados, del interior y del extranjero. Se va incrementando año a año, y eso nos da esperanza de que estamos en el camino correcto”.
El desafío de la naturaleza y la pasión del vino
El Pinot Noir que producen tiene una excelente guarda: “Yo tengo un pinote nuestro de no menos de 10 años. Si está bien estivado, a temperatura y humedad correspondiente, puede durar entre 10 y 15 años tranquilamente”.
La incertidumbre climática sigue siendo un factor determinante. “Hay cosas que uno puede prever y otras que no. El clima es una de ellas. Por eso cosechamos entre 7 y 10 días antes de lo ideal. Sabemos que el clima no da para más en cuanto a frío y lluvias”, reconoció.
Con pasión, dedicación y una clara identidad regional, el vino que nace en el Cerro Radal es un reflejo del espíritu de la Comarca: esfuerzo, resiliencia y calidad. “Gracias a ustedes por la nota”, cerró Pedro Adamow, con la satisfacción de quien ve, al fin, los frutos de un sueño plantado hace más de una década.
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